El poeta es un fingidor» de Fernando Pessoa.
El poeta es un fingidor.
Finge tan completamente
que hasta finge que es dolor
el dolor que en verdad siente.
Y, en el dolor que han leído,
a leer sus lectores vienen,
no los dos que él ha tenido,
sino sólo el que no tienen.
Y así en la vía se mete,
distrayendo a la razón,
y gira, el tren de juguete
que se llama el corazón.
(Fernando Pessoa, «Autopsicografía»)
«Leer un poema comporta
la misma sensación incómoda de quien se sabe intruso por haber
irrumpido en mitad de una conversación que sólo podrá escuchar muy
fragmentariamente. La comprensión no es inmediata, porque ninguno
de los referentes aludidos es en principio familiar, y por eso hay que
empezar a prestar mucha atención a todo cuanto se dice, y todavía más
al tono en que es pronunciado»
«En la práctica, por tanto, leer el poema será tomar
decisiones sobre la identidad del personaje que habla y sobre la
situación en que lo hemos sorprendido inmerso, y sobre si aquél, por así
decir, simplemente está pensando en voz alta, o bien dirige su discurso a
algún otro personaje».
«De igual forma que el ventrílocuo,
el poeta altera su voz atribuyéndola a un personaje interpuesto, que los
lectores acordamos tomar por verdadero emisor».
(Pere Ballart)
Grande es el odio
1
Grande y dorado, amigos, es el odio.
Todo lo grande y lo dorado
viene del odio.
El tiempo es odio.
Dicen que Dios se odiaba en acto,
que se odiaba con fuerza
de los infinitos leones azules
del cosmos;
que se odiaba
para existir.
Nacen del odio, mundos,
óleos perfectísimos, revoluciones,
tabacos excelentes.
Cuando alguien sueña que nos odia, apenas,
dentro del sueño de alguien que nos ama,
ya vivimos el odio perfecto.
Nadie vacila, como en el amor,
a la hora del odio.
El odio es la sola prueba indudable
de la existencia.
2
Y el miedo es una cosa grande como el odio.
El miedo hace existir a la tarántula,
la vuelve cosa digna de respeto,
la embellece en su desgracia,
rasura sus horrores.
Qué sería de la tarántula, pobre,
flor zoológica y triste,
si no pudiera ser ese tremendo
surtidor de miedo,
ese puño cortado
de un simio negro que enloquece de amor.
La tarántula, oh Bécquer,
que vive enamorada
de una tensa magnolia.
Dicen que mata a veces,
que descarga sus iras en conejos dormidos.
Es cierto,
pero muerde y descarga sus tinturas internas
contra otro,
porque no alcanza a morder sus propios miembros,
y le parece que el cuerpo del que pasa,
el que amaría si lo supiera,
es el suyo.
En la Doliente Soledad del domingo
(1982)
Aquí estoy,
desnuda,
sobre las sabanas solitarias
de esta cama donde te deseo.
Veo mi cuerpo,
liso y rosado en el espejo,
mi cuerpo
que fue ávido territorio de tus besos,
este cuerpo lleno de recuerdos
de tu desbordada pasión
sobre el que peleaste sudorosas batallas
en largas noches de quejidos y risas
y ruidos de mis cuevas interiores.
Veo mis pechos
que acomodabas sonriendo
en la palma de tu mano,
que apretabas como pájaros pequeños
en tus jaulas de cinco barrotes,
mientras una flor se me encendía
y paraba su dura corola
contra tu carne dulce.
Veo mis piernas,
largas y lentas conocedoras de tus caricias,
que giraban rápidas y nerviosas sobre sus goznes
para abrirte el sendero de la perdición
hacia mi mismo centro
y la suave vegetación del monte
donde urdiste sordos combates
coronados de gozo,
anunciados por descargas de fusilerías
y truenos primitivos.
Me veo y no me estoy viendo,
es un espejo de vos el que se extiende doliente
sobre esta soledad de domingo,
un espejo rosado,
un molde hueco buscando su otro hemisferio.
Llueve copiosamente
sobre mi cara
y solo pienso en tu lejano amor
mientras cobijo
con todas mis fuerzas,
la esperanza.
Gioconda Belli
tu nombre/ Fabrício Corsaletti
tu nombre
si tuviera un bar tendría tu nombre
si tuviera un barco tendría tu nombre
si comprara una yegua le daría tu nombre
mi mascota imaginaria tiene tu nombre
si enloqueciera pasaría las tardes repitiendo tu nombre
si muero viejito, en el suspiro final balbucearé tu nombre
si fuera asesinado con la boca llena de sangre gritaré tu nombre
si encontraran mi cuerpo flotando en el mar en mi bolsa habrá un papelito con tu nombre
si me suicido al jalar el gatillo pensaré en tu nombre
la primera muchacha que besé tenía tu nombre
en la secundaria yo tenía dos amigas con tu nombre
antes de ti tuve tres novias con tu nombre
en la calle hay mujeres que parecen tener tu nombre
en el video que frecuento hay una empleada con tu nombre
a veces las nubes casi forman tu nombre
mirando las estrellas es siempre posible dibujar tu nombre
el último verso del famoso poema de Éluard podría muy bien ser tu nombre
Apollinaire escribió poemas a Lou porque en la locura de la guerra no conseguía recordar tu nombre
no entiendo por qué Chico Buarque no compuso una canción para tu nombre
si fuera un travesti usaría tu nombre
si un día cambio de sexo adoptaré tu nombre
mi madre me contó que si hubiera sido niña tendría tu nombre
si tengo una hija tendrá tu nombre
mi contraseña de e-mail ya fue tu nombre
mi contraseña del banco es una variación de tu nombre
tengo pena de tus hijos porque en general dicen “madre” en vez de tu nombre
tengo pena de tus padres porque en general dicen “hija” en vez de tu nombre
tengo mucha pena de tus ex-maridos porque asocian el término “ex-mujer” a tu nombre
tengo envidia del oficial de registro que mecanografió por primera tu nombre
cuando me emborracho digo mucho tu nombre
cuando estoy sobrio me controlo para no decir de más tu nombre
es difícil hablar de ti sin mencionar tu nombre
una vez soñé que todo en el mundo tenía tu nombre
conejo tenía tu nombre
taza tenía tu nombre
teleférico tenía tu nombre
en el índice onomástico de mi biografía habrá millares de referencias a tu nombre
en la foto de Korda ¿hacia dónde mira el Che sino para el infinito de tu nombre?
algunas profesoras de la USP serían menos amargas si tuvieran tu nombre
detesto el trabajo porque me impide concentrarme en tu nombre
“cábala” es una palabra linda, pero no llega a los pies de tu nombre
en el cabo de mi bengala grabaré tu nombre
no puedo ser nihilista mientras exista tu nombre
no puedo ser anarquista si eso implica la degradación de tu nombre
no puedo ser comunista si tengo que compartir tu nombre
no puedo ser fascista si no quiero imponer a otros tu nombre
no puedo ser capitalista si no deseo nada más allá de tu nombre
cuando salí de la casa de mis padres fui detrás de tu nombre
viví tres años en un barrio que tenía tu nombre
espero nunca dejar de amarte para no olvidar tu nombre
espero que nunca me dejes para no ser obligado a olvidar tu nombre
espero nunca odiarte para no tener que odiar tu nombre
espero que nunca me odies para no quedar arrasado al oír tu nombre
la literatura no me interesa tanto como tu nombre
cuando la poesía es buena es como tu nombre
cuando la poesía apesta tiene algo de tu nombre
estoy cansado de la vida, pero eso no tiene nada que ver con tu nombre
estoy escribiendo el quincuagésimo octavo verso sobre tu nombre
tal vez yo no sea un poeta a la altura de tu nombre
por si las dudas voy a acabar el poema sin decir explícitamente tu nombre
Fabrício Corsaletti (Santo Inácio, 1978).
Traducción de Sergio Ernesto Ríos.
En la Doliente Soledad del domingo
(1982)
Gioconda Belli
Aquí estoy,
desnuda,
sobre las sabanas solitarias
de esta cama donde te deseo.
Veo mi cuerpo,
liso y rosado en el espejo,
mi cuerpo
que fue ávido territorio de tus besos,
este cuerpo lleno de recuerdos
de tu desbordada pasión
sobre el que peleaste sudorosas batallas
en largas noches de quejidos y risas
y ruidos de mis cuevas interiores.
Veo mis pechos
que acomodabas sonriendo
en la palma de tu mano,
que apretabas como pájaros pequeños
en tus jaulas de cinco barrotes,
mientras una flor se me encendía
y paraba su dura corola
contra tu carne dulce.
Veo mis piernas,
largas y lentas conocedoras de tus caricias,
que giraban rápidas y nerviosas sobre sus goznes
para abrirte el sendero de la perdición
hacia mi mismo centro
y la suave vegetación del monte
donde urdiste sordos combates
coronados de gozo,
anunciados por descargas de fusilerías
y truenos primitivos.
Me veo y no me estoy viendo,
es un espejo de vos el que se extiende doliente
sobre esta soledad de domingo,
un espejo rosado,
un molde hueco buscando su otro hemisferio.
Llueve copiosamente
sobre mi cara
y solo pienso en tu lejano amor
mientras cobijo
con todas mis fuerzas,
la esperanza.